ASAMBLEA VILLA CRESPO | 20-abr-02 | Foro de discusión política - Balance de la Comisión Política

El Foro de discusión política realizado el 13 de abril por la Asamblea Barrial de Villa Crespo, de Corrientes y Scalabrini Ortiz en el Club Villa Malcolm (Av. Córdoba 5064) contó con 51 participantes, si incluir a los coordinadores de los talleres, pertenecientes a la comisión política de la asamblea. 

El 80% de los participantes fueron adultos mayores de 40 años, la mayoría procedentes del barrio de Villa Crespo (y más precisamente, de la asamblea de Corrientes y S. Ortiz). Había muy pocos jóvenes.

Dentro de la población “económicamente activa” (37 en total, aproximadamente el 72% del total), había 19 profesionales, la mayoría ligados a los servicios (salud, educación). 15 participantes eran empleados (administrativos y empleados de comercio). Había 3 autónomos (un cuentapropista y dos pequeños o medianos empresarios). Es digno de destacar que no había ningún comerciante.
Dentro del universo de los “económicamente pasivos” (13 en total, aprox. el 28% del total), había 5 jubilados, 3 desocupados, 3 estudiantes y 2 amas de casa.

El 20% de los participantes declaró no estar participando de ninguna asamblea (4 profesionales; 3 jubilados, 1 desocupado, 1 empleado, 1 ama de casa). Un dato relevante es que la mayoría de ellos eran  mayores de 60 años.

Los puntos más relevantes que podemos extraer de la relatoría de siete talleres, fueron los siguientes:[1]

Sobre DEMOCRACIA DIRECTA y/o
DEMOCRACIA
PARTICIPATIVA
 
Podemos hablar de aproximaciones más que de definiciones taxativas, lo cual implica afirmar que la democracia participativa y la democracia directa no se perciben necesariamente como “contrapuestas”. La mayoría de los talleres confirmaron la necesidad de crear formas de gestión autónoma en los barrios, y circunscribieron el modelo de democracia directa al ámbito local. 

Por ejemplo, un taller afirma que “la democracia directa debe ejercerse a nivel barrial-municipal, a través de forma de autogestión y de control, pero que la pregunta sobre el “poder”, limita, antes que abrir el debate. Es necesario pensar la problemática de a poco”.

Otro taller dice que “No se trata de llegar al poder ni abolir la propiedad privada. El desafío es construir poder. Lo que sí sabemos es que existe una formación reactiva de la sociedad hacia los grupos constituidos, que la democracia representativa en crisis no representa a la mayoría”.

Otros expresan de manera muy genérica que es necesario “plantearse formas participativas protagónicas y formas organizativas /.../ crear desde las asambleas un espacio político para acceder al poder”.

Otros entienden la democracia directa, como una demanda de autonomía de lo social:
“Respetando la autonomía de las asambleas, rechazando los intentos de cooptación desde lo instituido (ej. CPG). Construcción de un poder alternativo, respetando la democracia directa dentro de las asambleas y estableciendo enlaces zonales e interzonales”.

En el extremo tenemos a aquellos que  señalaron que “las Asambleas son un movimiento que busca la transición de la representación conocida a un modo nuevo de gestión popular: la participación directa. En lo inmediato, necesitan prepararse para funcionar como órganos de poder popular. Nacieron como organizaciones libres de la voluntad popular. Para pasar a ser órganos de poder, necesitan poner en marcha una organización política no partidaria”

Sin embargo, la mayoría insistió en lo incipiente del proceso: “lo viejo no ha muerto y lo nuevo no ha nacido”. En dicho proceso hay que tener en cuenta que la construcción “no se hace por decreto”, ni apelando –“no exclusivamente” como aclara uno de los talleres- a “las vanguardias políticas”.

La conclusión es que la figura de la democracia directa tiene un claro anclaje barrial y local; se refiere tambien a mecanismos de funcionamiento interno, pero aparece muy difusa a la hora de dotarla de contenidos que posean un alcance político nacional. Más allá de las expresiones de deseo de algunos (“hay que construirla de a poco”), de las invocaciones programáticas de otros (“Programa Popular de Gobierno”); están los que insisten en pensar el poder como algo “disperso y descentralizado” (figura del contrapoder) y aquellos otros que apuntan a recomponerlo desde la participación (“no a las listas sábanas, sí a los mandatos revocables, sí al control de gestión, etc.). No parece para nada descabellado que en este último grupo haya muchos vecinos dispuestos a escuchar y analizar (por encima del reconocimiento del oportunismo político) propuestas de reforma electoral y de elaboración de presupuesto participativo, como el presentado por el actual gobierno de la ciudad de Buenos Aires.

Hubo dos recomendaciones centrales:

Ø  La necesidad de articulación, hacia adentro y hacia afuera con otros movimientos:

(“las asambleas no son lo único; hay otras construcciones del campo popular /.../ No son lo único que existen en esta lucha y tampoco representan a todos los vecinos del barrio. Somos solo una parte del todo”).
Otro taller concluyó que es necesario “aprender de las experiencias de otras organizaciones y hacer una red de comunicación”.
De manera más precisa, otros talleres concluyeron en la necesidad de articulación interna del movimiento, es decir, “organizar Juntas Zonales (por delegación, mandato directo y revocable inmediato), coordinando las áreas básicas (información, seguridad, movilización, etc.). Pero no hubieron menciones explícitas al movimiento piquetero.

Ø  La condena del “declaracionismo”:

“Proponer dos asuntos por asamblea, para ser incorporados al programa general y discutidos por la coordinación de asambleas”. O, dicho por otro taller, “Las asambleas tienen que ser un reflejo creíble, siendo consecuente con lo que se vota, pero informándose previamente y realizando un verdadero debate sobre aquello que se vota”.

Sobre las PRIORIDADES

Ø  Acciones concretas:

En un primer nivel, las prioridades apuntaron a la definición de un programa de acciones concretas a corto plazo, entre las cuales se destacan:
*   Priorizar los conflictos con la autoridad: resistencia al tarifazo inminente
*   Promoción de una comisión formadora de precios.
*   Creación de Brigadas de Desobediencia Civil.
*   Órganos de control de gestión.

Todos insistieron en concentrar los próximos esfuerzos en organizar la resistencia y la lucha contra el aumento de tarifa de los servicios públicos privatizados.

Sólo uno de los talleres enfatizó la necesidad de enmarcar estas medidas concretas en un Programa popular de gobierno, que debiera pasar por “dos etapas de organización, probablemente sucesivas”. Todos insistieron en la necesidad de construir y reflexionar “de a poco” sobre alternativas de poder.

Ø  La dimensión barrial:

En un segundo nivel, las prioridades apuntaron a subrayar la necesidad de convertir a las asambleas en “el medio de incorporación  del vecino al ejercicio de la ciudadanía./.../ transformando la vida en el barrio”; en palabras de otro taller, se trata de potenciar el espacio de “reflexión colectiva”/.../ “creando lazos afectivos”.

Ø  ¿Una nueva consigna?

Por último, acerca de las negatividad contenida en la frase “que se vayan todos, un miembro del taller 1 propuso complementar tal consigna con otra de carácter positivo, que se vengan todos”. Tal invocación a la participación de los vecinos señala la insistencia por “abandonar el rol de víctimas, para asumirse como participantes de un movimiento se construcción”.
 
Buenos Aires, 20-IV-2002




[1] Quisiera añadir que algunas de las relatorías de los talleres aparecían cargados de una retórica negativa muy genérica, repetitiva y confusa, sin mayores especificaciones sobre modalidades y opciones de organización.